Aprender a gestionar la rabia y el enfado.

Os adjuntamos esta seleccón de cuentos para gestionar algunas emociones, visto en «Cuentos para crecer», esperamos que os sea de utilidad.

El enfado es una emoción básica que sentimos todos. Sin embargo, cuando se pierde el control, el enfado se vuelve destructivo. ¿Cómo ayudar a los más pequeños a gestionar esta emoción?

La manera natural de expresar el enfado y la rabia consiste en responder de forma agresiva. Es la respuesta intuitiva ante la percepción de amenazas físicas o verbales. Sin embargo, responder agresivamente a cada situación de amenaza no es sano ni seguro. Por lo tanto, es importante enseñar a los niños, desde pequeños, formas saludables de controlar su ira.

¿Cómo se manifiesta el enojo según las edades?

En la primera infancia, los niños comienzan a adquirir la capacidad de reprimir los impulsos de agresión física (como empujar, golpear, pellizcar, morder, gritar, etc.) cuando están enfadados. Sin embargo, es frecuente que los niños recurran a conductas de violencia física (arrojan juguetes, empujan o golpean a sus padres o compañeros).
A medida que crecen, los niños adquieren habilidades lingüísticas más complejas y empiezan a desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Adquieren empatía y llegan a comprender mejor el efecto de sus actos y palabras en los demás . Con los años, ya deberían saber expresar su enojo con palabras y no físicamente. Sin embargo, los niños con dificultades para hablar o para dominar sus impulsos suelen luchar para controlar sus sentimientos de enojo y pueden responder usando la fuerza física, los gritos o negándose a obedecer las normas escolares o familiares.

¿Qué pueden hacer los padres?

Los padres pueden estimular la adquisición de habilidades eficaces para manejar el enojo de las siguientes maneras:

  • Ayudándolos a desarrollar la empatía .
  • Enseñándoles que puede admitirse cualquier sentimiento pero no cualquier comportamiento .
  • Cada situación que lleva a tu hijo a afrontar sentimientos de enfado es una oportunidad de aprendizaje. ( * Fuente NYU Child Study Center)

Leer y reflexionar conjuntamente sobre el enfado y la rabia es una excelente manera de aprender estrategias de control. Las propuestas que os presentamos a continuación son una buenísima excusa para conversar conjuntamente adultos y niños sobre dos sentimientos muy comunes :la rabia y el enfado. Los libros que os proponemos además de presentar el reconocimiento del sentimiento pero sobre todo presentan una estrategia de resolución .

1. ¿No hay nadie enfadado? Toon Tellegen

Descripción
Doce cuentos sobre enfados protagonizados por animales. Un elefante que se reprocha a sí mismo su empeño en trepar a los árboles; una lombriz y un escarabajo que compiten por demostrar quién está más enfadado; un cerdo hormiguero que debe permanecer boca abajo para conservar su buen humor; un bogavante que trata de vender enfados a un ingenuo ratón, etc.

Por qué nos gusta

Un excelente material para reconocer el enfado y las consecuencias de no controlar las emociones. Un relato construído de pequeños relatos.

2. Cuando Sofía se enoja, se enoja de veras. Molly Bang

Descripción
Esta historia trata de una niña llamada Sofía que se enoja porque su hermana le quita el gorila que ella usaba mientras jugaba. Su enojo es tal que la hace pataletear, gritar, correr y llorar. Luego, se calma al contemplar la naturaleza y regresa a su casa donde su familia la recibe con mucha alegría y ella ya no está enojada.

Por qué nos gusta

Nos gusta por las ilustraciones , por qué le dan color a las emociones y sensaciones que va experimentando el personaje principal del cuento. Por lo que hay una transformación de colores intensos y cálidos rojos, anaranjados, violetas y rosados que presentan el enojo; a colores fríos como azul, verde, blanco y pequeños tonos de amarillo.  Cuando llega a la casa, luego de calmarse, los colores se armonizan .

Permite que el niño o la niña puedan reflexionar acerca de sus experiencias y vivencias que le causan enfado y a crear estrategias que les permita canalizar sus emociones de una forma efectiva no agresiva. Sirve como recurso para trabajar las relaciones entre los miembros de una familia, particularmente las relaciones entre hermanos.

3. La cola del dragón. Mireia Canals.

Descripción
A Javier, el pequeño protagonista, le crece una cola de dragón cuando siente rabia. Todos tenemos un mal día, que en el caso de Javier empieza con el no de su madre de comprarle más gomas, el juego de moda del momento. Y empieza a sentir la fastidiosa rabia, que hace que le salga una larga y verde cola de dragón. Y es cuando explotas y empiezas a dar golpes con los pies y las manos. Es tanta la rabia de Javier, que cuando abre los ojos se da cuenta que se encuentra en una habitación oscura y fría en donde advierte de todos los juguetes que ha roto cuando apareció su enorme cola de dragón.

Por qué nos gusta
Este libro trabaja las consecuencias del autocontrol, la rabia es una emoción fuerte que si no controlamos tiene unas consecuencias nefastas a través de la mirada de Javier veremos qué pasa si no nos controlamos y juntos reflexionaremos sobre cómo podemos controlarla.

4. Emma enfadosauria. Brain Moses

Descripción
Emma Enfadosauria se enfada por todo: si no puede ver lo que quiere en la tele, si no gana a los juegos, si sus hermanos reciben algún regalo? A veces, incluso, ruge, patalea o golpea alguna puerta. ¿Cómo conseguirá Emma calmarse?

Por qué nos gusta
Identifica situaciones de la vida cotidiana de los niños y trabaja el autoconocimiento (identificar la emoción, qué la desencadena etc) y a la vez genera una buena resolución de control de la emoción. Sencillo pero efectivo.

5. ¡NO! Tarecy Corderoy

Descripción

Esta es la historia de un pequeño rinoceronte que descubre una palabra nueva y la convierte en su respuesta favorita para todo: “Todo el mundo decía que Rino era encantador, hasta que, un buen día, aprendió a decir NO. ¡Un divertido cuento con la mejor receta para superar rabietas!”.

Por qué nos gusta

Una buena opción para reflexionar acerca de las rabietas.

Fuente: cuentosparacrecer.org

 

¿A qué edad hay que darle a un niño el móvil?

En el 2016, la edad media en que un niño entraba en internet en España estaba en los 7 años y a los 10 años ya tenía su propio móvil, que suele ser su primer dispositivo personal para acceder a la red, según el estudio ‘Net Children Go Mobile’ de 2016, de la Universidad del País Vasco para Red. Pero esto puede haber bajado ya, porque la tendencia a lo largo de los años ha sido que sean internautas cada vez más jóvenes.

Los expertos recomiendan, sin embargo, retrasar la edad el mayor tiempo posible. «Cuanto más tarde mejor», sentencia Juan Carlos Pascual, psiquiatra del Hospital de Sant Pau de Barcelona. «A los 10 años, incluso más mayor el un niño todavía tiene dificultades para identificar los riesgos y para autocontrolarse», indica este especialista, miembro del Grup d’Estudi i Tractament de les Autolesions (GRETA). En todo caso, admite, como a partir de la adolescencia la presión social que ejercen los amigos es enorme, «hay que introducirlos en el uso de los móviles, las tabletas y las redes sociales de forma progresiva, paulatina y muy controlada».

El psicólogo Marc Masip, que trata adicciones generadas por el uso del móvil propone incluso los 16 años como edad mínima. «Una vez que el mal uso genera un problema real, ya no hay marcha atrás. Hablamos de una adicción o simplemente de que te atropellen porque no estás atento cuando cruzas una calle. Quizás no somos suficientemente conscientes de que tener un móvil, como todo en la vida, comporta una serie de consecuencias», señala el psicólogo, que alerta de los efectos que el uso excesivo tiene sobre el rendimiento escolar de los menores.

Fuente:Elperiodico.com

Inteligencia Emocional: el secreto para una familia feliz

Os adjuntamos hoy esta guía escrita por Crisitna Muñoz Alustiza y publicada por la Comunidad de Madrid, que nos ayudará a gestionar las emociones.

Guía en PDF

Si pensamos en la vida diaria de nuestra familia, seguramente nos vienen a la cabeza recuerdos de situaciones muy diversas.
Por una parte, encuentros entrañables compartidos con seres queridos y con los cuales los vínculos afectivos y personales proporcionan una confianza y sentimientos especiales.
Por otra, momentos de dificultad en los que la convivencia y el entendimiento de unos con otros así como el manejo de las emociones que tienen lugar ante una discusión, un conflicto o un cambio se convierte en un reto para la familia.
Desde que comenzamos a relacionarnos con otros al hacernos mayores, empezamos a percibir la complejidad que se esconde detrás de la comunicación entre personas.
Sin embargo, al convertirnos en padres, tomamos además conciencia de la dificultad educar y enseñar a nuestros hijos en este sentido.
¿Cómo manejar las propias emociones en la relación con los diferentes miembros de la familia, especialmente los hijos, en sus distintas edades?
¿Cómo ser sensibles a sus emociones y acompañarles a medida que van pasando las diferentes etapas del desarrollo?
¿Cómo crear un ambiente familiar que promueva la expresión y comunicación de los sentimientos?
¿Cómo ayudar a nuestros hijos a que tengan un mejor control en situaciones de dificultad y de toma de decisiones sobre su futuro y sus relaciones?
Ninguna herramienta surte efecto por obra de la magia o la casualidad, sino que requiere de voluntad para ser aprendida e integrada, y finalmente servir de manera práctica y real en el día a día.
Propondremos en estas páginas algunos puntos básicos, empezando por una aproximación teórica.
A continuación plantearemos dinámicas, juegos o casos sobre los que poder reflexionar.
Finalmente, quedará en sus manos la tarea de llevar la teoría a la práctica.

Claves prácticas para fomentar el autocontrol.

Si tenemos que ordenar un armario de nuestra casa, que lleva mucho tiempo desordenado, y que estamos evitando hacer una y otra vez, seguramente nuestro cerebro generará múltiples alternativas más agradables que realizar en ese momento. Y las posibilidades de ver una película o tumbarnos a escuchar música aumentan hasta el punto de convencernos de ordenar el armario en otro momento. Y somos adultos. Reajustamos la realidad con bastante facilidad. Pues imaginemos nuestro hijo o hija, a la hora de realizar una tarea que no le gusta, la de cosas más divertidas que puede generar su cerebro.
Entre una conducta que a la larga puede ser perjudicial, pero que de momento es muy agradable, y otra conducta que cuesta esfuerzo al principio, pero puede ser muy beneficiosa al final, ¿qué elegiríamos?, ¿qué elegiría nuestro hijo o hija?
Auto, que proviene del griego, significa por sí solo. Y control, más o menos, significa dominio o mando. Es decir, autocontrol sería el mando sobre uno mismo, el dominio que se puede ejercer por sí solo. Fomentar el autocontrol, por tanto, es un objetivo educativo.

Os adjuntamos PDF de esta Guía Práctica publicada por la CEAPA y que consideramos puede resultar de vuestro interés:GUIA PDF

Fuente: CEAPA

Manual para padres de adolescentes en redes sociales.

Os dejamos este artículo visto en «El Periodico», que creemos puede resultar de interés para las familias:

«A ver, las niñas del instituto que se dedican a colgar vídeos bailando ‘twerking’ o poniendo verdes a otras son las mismas que salen de fiesta por la noche hasta las tantas o que se saltan clases para fumar porros. Lo que hacen en internet no es tan distinto de lo que hacen en la vida real… y si sus padres no se enteran es porque quizás nunca se han preocupado demasiado”. La reflexión, formulada por una estudiante de 15 años, viene como anillo al dedo para ilustrar la primera de las conclusiones que extraen los especialistas que investigan sobre la relación que mantienen los jóvenes con las redes sociales. Ellas, las adolescentes rebeldes, saben lo que están haciendo: saltarse los límites. A sus padres no les vale la excusa de que no dominan la tecnología y el mundo digital.video

“Es normal que los jóvenes sientan curiosidad por experimentar cómo es la vida adulta, que lleven algunas situaciones al límite, en la vida real y en la vida virtual”, observa Juan Carlos Pascual, psiquiatra en la Unidad de Adicciones Comportamentales del Hospital de Sant Pau de Barcelona.

¿Hasta dónde llega la responsabilidad de los padres? ¿Cuál es su margen de maniobra para impedir que los hijos caigan en las redes del ‘ciberbullying’ o de retos como la cruel Ballena Azul, que lleva a los participantes a autolesionarse? “Los padres son padres y han de ejercer como tales. Nadie dijo que fuera a ser fácil y es a ellos a quienes corresponde fijar las reglas sobre el uso de los móviles y las tabletas, como fijan otras tantas en casa”, prosigue el doctor Pascual.

“Esas normas han de estar claras para los niños, pero eso no exime a los adultos de estar siempre atentos, controlándolos”, agrega. Uno de los peligros, advierte el psiquiatra, son las adicciones. Sabe de lo que habla.

Y aunque las jóvenes generaciones conocen bien los peligros de la red (llevan años recibiendo charlas en la escuela), a los padres no les resulta fácil hacer esa supervisión. Aquí van algunos consejos para tratar, al menos, de no equivocarse demasiado.

1. Hablar con los hijos, interesarse por lo que hacen en internet y en las redes sociales.

2. Familiarizarse con los conceptos más habituales y aprovechar la ocasión para promover debates en familia.

3. Concienciar sobre la importancia de la privacidad, enseñar que no todo vale y que no hay que facilitar datos innecesariamente.

4. Inculcar valores, enseñar la diferencia entre un amigo real y un ‘amigo’ virtual, un me gustas y un ‘like’.

5. Hacerles pensar en el futuro, en si se sentirán orgullosos de las fotos que cuelgan ahora.

6. Reflexionar sobre por qué una red social no admite usuarios por debajo de una cierta edad.

7. Limitar horarios de uso de móviles y tabletas para que no interfieran con la vida familiar.

8. Crear espacios comunes de uso de las tecnologías, sobre todo si hay niños pequeños y se quiere controlar qué hacen.

9. Utilizar sistemas de control parental si se quiere rastrear la actividad en internet o limitar el tiempo.

10. Ayudarles a que se responsabilicen de sus actos y busquen soluciones.

Fuente:elperiodico.com

¿Qué tienen que saber los padres sobre las redes sociales?

Guía sobre plataformas, lenguajes, usos y costumbres adolescentes.

Internet y las pantallas son hoy parte de la vida de cualquier persona y más de un adolescente, y como tales pueden ser parte de las conversaciones familiares y una oportunidad para aprender de los hijos.

El conocimiento sobre internet y las redes supone un crédito paterno que peligra constantemente. Si a los 9-10 años, el 59% de los críos afirman que sus padres “saben mucho” sobre lo que sus hijos hacen en las redes, a los 15-16, esta afirmación solo la mantienen el 20%. Y lo mismo sobre el móvil: el 49% de los niños de 9-10 afirman que saben mucho de lo que hacen, y a los 15-16 se ha quedado en el 19%, según el estudio Net Children Go Online, de la Universidad del País Vasco para Red.es.

Los nuevos ídolos son no solo músicos y futbolistas sino youtubers (protagonistas de Youtube), musers (usuarios de Musical.ly) e influencers en Instagram. Y el canal de relación con todos ellos son las redes sociales, y no una sino varias.

El nuevo espacio también tiene su propio lenguaje. Emoticonos y etiquetas (los universales hashtags) crean un código propio que puede identificar a los que pertenecen a un grupo, desde los ‘believers’ (fans de Justin Bieber) a las «criaturitas del señor» (fans de El Rubius), indicar conductas de riesgo como #ana y #mia (anorexia y bulimia),, #inspiration (modelos a seguir), que te apuntas a un reto (los #challenges varios) o etiqueta un tipo de contenido (#nude, #selfie…). La jerga adolescente copia términos del inglés como #follower (seguidor), #troll y trolear (ser o hacer el gamberro impertinente), #bff o #maps (mejores amigos), #omg («Oh My God», para expresar sorpresa o disgusto), #lol (para expresar sorpresa), #cute (mono), #wtf (qué me estás contando)…

Las fotos y los vídeos se cuelgan para buscar el aplauso social. En lenguaje de las redes, «para generar Likes» (Me gusta) e incluyen una buena dosis de «postureo» (adoptar una pose, aparentar). Hoy casi ningún adolescente posa para una foto sin poner los dedos índice y corazón en forma de V, aunque esto puede cambiar mañana. Es su forma de saludar a quienes les están viendo, algo que antes nadie hacía en las fotos familiares.

El mundo adolescente gira en torno a las redes. Las lecturas y los temas de interés se comentan en Youtube, las fotos y los mensajes se ponen en Instagram (llámelo «Insta», donde las Stories o vídeos cortos, arrasan), Snapchat (diga «Snap») sirve para hablar y enviarse mensajes que se borran en 24 horas, y Whatsapp (diga «Guas») para relacionarse con padres y grupos. Y el móvil es la nueva consola, con Clash of Clans y Clash Royale, juegos multijugador masivos, como nuevo chat.

Los retos son propuestas que se lanzan para que los seguidores de una red social las cumplan. Comenzaron por buenas causas (el cubo de agua fría para luchar contra la esclerosis múltiple) y han seguido por puro juego (hacerse el muerto), como promoción comercial (comer bolsas de un aperitivo concreto) o para demostrar habilidad (tirar una botella de plástico al aire y que caiga boca arriba, por ejemplo). Algunos llegan a ser peligrosos como el abcrack, el de los muslos separados o los selfies en alturas extremas.

Fuente:Elperiodico.com