La tarea de educar a nuestro hijo/a empieza desde que éste tiene pocos meses de vida. Los estudios realizados sobre la forma de educar de las familias muestran un continuo que va desde un extremo autoritario a un extremo permisivo.
En general, todos tenemos un poquito de cada estilo, sin embargo suele haber uno que caracteriza nuestro modo de comportarnos en mayor medida que los demás.
Cada estilo se diferencia por las metas que consideramos prioritarias y que determinan aspectos concretos de la relación con nuestros hijos/as, como la manera, la intensidad y la frecuencia con que demostramos nuestro afecto, la calidad y cantidad de la comunicación, y la forma de establecer los límites y las normas, entre otros.
A estos estilos cabría añadir el sobreprotector, cuya meta es que los hijos e hijas estén seguros y no corran riesgos, y para ello limita las relaciones del chico/a con sus iguales. Y el negligente, pero éste más que un estilo, es un no-estilo.
Cada estilo tiene sus consecuencias positivas y negativas, pero los profesionales aconsejan siempre la moderación. Eso supone acercarse lo más posible al estilo democrático, pero esto es una elección de las famlias y depende de las metas que se consideran más importantes.
Es importante que educar a los hijos e hijas, sea una decisión propia, no una casualidad. La verdadera elección es la que se hace libremente, por lo que es necesario que reflexiones un momento sobre la educación que te dieron tus padres.
Puede que estés repitiendo el mismo patrón sin darte cuenta, o que seas consciente de las cosas que no te gustaron y crees que hicieron mal, y te estés esforzando por hacer todo lo contrario. Si no lo has hecho ya, dedica un tiempo a reconocer qué cosas son importantes para ti y tu pareja en la educación de tus hijos, en qué cosas coincidís y en cuáles discrepáis, qué habéis hecho para conseguir vuestras metas y en qué medida ha funcionado.
El mejor estilo educativo es que el que ha sido precedido de una reflexión, actúa coherentemente, sabe por qué actúa así y conoce las consecuencias de sus actos.
A continuación te ofrecemos una lista de posibles metas educativas que pueden ayudarte a reflexionar. Analiza en qué medida te ves retratado como padre o madre.
Ser un padre o madre de éxito, significa:
· Tener unos hijos e hijas que creen en sí mismos y en sus capacidades, y se aprecian como personas.
· Tener unos hijos e hijas que se sienten más valorados que criticados.
· Tener unos hijos e hijas que saben tolerar las frustraciones diarias.
· Tener unos hijos e hijas que establecen objetivos en su vida y se esfuerzan por cumplirlos.
· Tener unos hijos e hijas que se ríen, cantan, bailan o muestran su alegría y su felicidad.
· Tener unos hijos e hijas que creen en sus padres y en su amor incondicional.
· Tener unos hijos e hijas que saben aceptar sus propios errores.
· Tener unos hijos e hijas que confían en las personas y en el futuro.
· Tener unos hijos e hijas que respetan a los demás y saben convivir y cooperar.
· Tener unos hijos e hijas sociables, que se sienten bien en casa y fuera de ella.
· Tener unos hijos e hijas que saben expresar sentimientos positivos y negativos de manera adecuada.
· Disfrutar plenamente de ser padre o madre.