La resiliencia como cimiento del futuro.

Os adjuntamos este artículo de Haridian Rodriguez que creemos puede resultar de utilidad:

Por nuestra vida pasan inmensidades de momentos algunos maravillosos, unos buenos y otros no tan buenos. Las personas pasan por situaciones difíciles, ciertas adversidades que nos marcan y que hacen que nuestras vidas tengan un antes y un después.

Pero no estamos indefensos antes esas situaciones traumáticas y difíciles, las situaciones  complicadas pueden hacernos aprender cosas valiosas, no solo superar el trauma sino que también salir fortalecidos de ello. Y este rasgo, de no sólo superar la adversidad sino también el salir beneficiados de una situación traumática se denomina resiliencia, esta palabra viene del inglés (resiliencie) y se trata de un fenómeno que contiene dos aspectos importantes; resistir a la experiencia y rehacerse de ella.

Resiliencia como el milagro moderno

Claro que la resiliencia no significa que la situación adversa no nos haga experimentar emociones negativas, podemos vernos inmersos en una tristeza, rabia,  dolor o sufrimiento. La resiliencia no se trata de una habilidad que nos hace inmunes, en realidad la habilidad consiste en salir beneficiado del daño, de las situaciones complicadas, lo importante es que hayamos aprendido algo acerca de nosotros mismos y para ello tenemos que experimentar emociones negativas típicas de una situación traumática.

¿Quién posee esa característica?

Lo cierto es que la resiliencia es una habilidad y como cualquier habilidad es entrenable, todos podemos ser resilientes, cierto es que algunas características personales favorecen la resiliencia como el optimismo, la tolerancia a la frustración, la seguridad en uno mismo, la capacidad afrontamiento, tener un propósito significativo en la vida, creer que uno mismo puede influir en lo que sucede a su alrededor, tener una buena red familiar o social son claves para favorecer la resiliencia. Todas estas características se fraguan en la infancia y en el modo parental que experimenta una persona. Sin embargo, el no haber tenido personas que favorezcan estas características no significa que la resiliencia no se pueda desarrollar de adulto.

Lo que sucede cuando ha pasado “lo peor”

Cuando hemos atravesado el trauma y hemos salidos fortalecidos de él, es usual encontrarse con un concepto de sí mismo potenciado, ya que aumenta la confianza propia ante cualquier adversidad que pueda suceder en un futuro. Al lograr superar la experiencia adversa las personas nos sentimos capaces de enfrentarnos a cualquier otra situación. Las relaciones personales también pueden verse afectadas ya que las personas valoramos a quienes, en momentos complicados nos han demostrado su amor y apoyo, muchas familias o parejas, tienen las percepción de sentirse más unidas que antes del acontecimiento. Ante la experiencia traumática, algunas personas experimentan sentimientos de compasión y empatía lo que fomenta personas conductas de ayuda. También cambia la forma de ver la vida y la espiritualidad de las personas, ya que cuando un individuo pasa por una situación adversa cambia su escala valores, valora cosas que antes no tenía tan en cuenta y damos prioridad a otras situaciones que quizá antes no lo hiciéramos.

 Fuente: http://www.activaymente.es

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