En la adolescencia tiene que construirse una nueva identidad, una imagen propia como resultado de una relación especial: el concepto que tienen de sí mismos y la imagen que les devuelven los demás a través de sus actuaciones. Todas las personas necesitamos encontrar un resultado positivo de esa relación.
La necesidad de ser alguien, de diferenciarse, alcanza su máximo apogeo en la adolescencia.
Comenzar a transformarse y disponer de una mayor conciencia reflexiva les conduce progresivamente a una adaptación y al propio reconocimiento de sí mismos, especialmente:
- De su cuerpo: de su atractivo físico, de su capacidad atlética, de su fortaleza o debilidad, de su energía, de su reacción sexual…
- De su sexualidad: de su poder de atracción, de su desempeño y capacidad sexual, de su masculinidad o feminidad.
- De sus conocimientos y competencias: de su inteligencia académica, de sus habilidades para relacionarse, de lo que sabe y puede hacer en muchas áreas…
- De sus creencias, ideología, ideas y sentimientos morales, de su “bondad” o “maldad”.
Este balance entre lo que se va reconociendo, lo que se cree que se puede llegar a desarrollar y las presiones externas por ser de un modo u otro, les llevan a tener un sentimiento variable hacia sí mismos. Ver “Tabla Autoestima«
Puesto que la organización de la identidad se va a organizar en torno a las distintas facetas que componen la imagen, podemos ayudarles mucho en cada una de ellas:
- Escuchando y preocupándonos por sus intereses.
- Reduciendo las presiones.
- Suprimiendo las desvalorizaciones.
- Empatizando con sus preocupaciones e intereses aunque nos parezcan irrelevantes desde nuestro punto de vista adulto.
- Reforzando la valoración constructiva de los resultados negativos, el optimismo y la confianza en los nuevos intentos.
- Proporcionándole la posibilidad de seguir hábitos sanos: buena alimentación, un ritmo familiar que posibilite el descanso y horarios saludables, actividades al aire libre que incluyan ejercicio físico; y poniendo límites a ciertos hábitos peligrosos: que afecten al descanso, a la alimentación, a la salud o a la supervivencia.
- Posibilitándole alternativas para que explore y actúe. Mostrándonos relajados, sin prisas, con confianza, respecto a la obtención de resultados.
- Halagando sus progresos y su aspecto.
- Adoptando una actitud de amor incondicional y firmeza, limitándole en aquello que puede afectar su desarrollo de forma muy perjudicial. Más adelante profundizaremos en qué consiste esa firmeza en los límites.
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